miércoles, 31 de marzo de 2010

El perro de la dicha


Ayer, el túnel de la línea D del subterráneo de Buenos Aires estaba iluminado entre las estaciones Facultad de Medicina y Pueyrredón. Uno no puede dejar de mirar cuando un sitio habitualmente oscuro se ofrece a los ojos. A mi derecha, en el arcén reservado al personal de mantenimiento, una hilera de bolsas de basura de plástico negro, que iban escaseando a medida que el tren avanzaba hacia su siguiente destino.

De pronto, antes de la próxima estación, el cadáver de un perro mediano, del tamaño de un boxer más o menos, pero un chucho cualquiera, uno que se habrá metido en el subte por error, o por miedo. La piel pegada a los huesos, casi momificado. No había muerto bajo el tren, había muerto de hambre. Me hizo acordar al "Perro muerto" que pintó Antonio López allá por los años 60.

¿Cuántas cosas viven y mueren bajo nuestros pies en la ciudad?

1 comentario:

  1. Y ahora mismo no me acuerdo, ¿de qué color era el perro amarillo de la dicha de Juan Carlos Onetti? ¿Era amarillo?

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